La maternidad elegida, libre y deseada
El 10 de Mayo se celebró el día de la madre, una celebración que surgió como exaltación de la figura de la mujer como sinónimo de madre, cuidadora, abnegada, siendo este su destino “natural”. Una idea muy alejada de los criterios de igualdad y justicia que atraviesan actualmente nuestras sociedades.
Gracias a los avances en igualdad, esta idea dulzona de lo que significa ser madre ha ido transformándose en modelos más igualitarios, que reivindican una maternidad libre y deseada, que debe partir del principio rector del derecho a decidir de la mujer sobre su cuerpo y su vida. Este “derecho a decidir” se pone en el centro para acceder a otros muchos derechos como son los derechos políticos, económicos, sexuales y reproductivos.
Los avances logrados, gracias a la lucha feminista, ha puesto en el centro la autonomía de las mujeres y su derecho a una maternidad elegida, no obligada, sino voluntaria, saludable y feliz. Garantizar estos derechos esta unido a tener vidas libres de violencia contra las mujeres y niñas, lo que provoca embarazos no deseados, y que no garantiza el libre acceso a anticonceptivos o al aborto, si esa es su elección.
La maternidad moderna, quiere alejarse del mito de madre resignada y sufriente, atravesada por la obligación social e individual de cuidadora y sostén familiar. Para acercarse a modelos más igualitarios, representados por maternidades libres y deseadas, donde el apoyo del Estado juega un papel fundamental para que puedan hacerse efectivos los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y niñas.
Unos derechos, que actualmente en México, distan mucho de estar garantizados. Un ejemplo son las cifras de embarazos no deseados y/o embarazos de niñas y adolescentes. En el país, cada día 25 niñas de 10 a 14 años de edad son madres, estos embarazos infantiles son el resultado de la violencia sexual que se ejerce contra las niñas y adolescentes y representa un gravísimo problema de salud pública y de violación de los derechos humanos que no se aborda de forma eficaz.
Lamentablemente las estadísticas sobre violencia sexual y embarazo infantil no se han visto reducidas de forma significativa, a pesar de la puesta en marcha en 2015 de la Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo Adolescente, en la que una de las metas planteada es la erradicación del embarazo infantil en la Agenda 2030.
Algo muy difícil si tenemos en cuenta, que entre 2015 y 2018 la cifra de embarazos de niñas entre 10 y 14 años apenas bajo en mil 815 casos.
Por ello, tal y como recomiendan las organizaciones defensoras de derechos humanos, la estrategia para avanzar hacia maternidades libres y deseadas, que garanticen el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, su vida y su maternidad. Deben poner en el centro los derechos sexuales y reproductivos, entre los que se incluye una vida libre de violencia, el acceso a la anticoncepción, a la educación sexual desde edades tempranas y la despenalización del aborto, para que toda mujer pueda decidir cuándo y cómo quiere ser madre.
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